UNA ESTRATEGIA ERRÁTICA COMPLICÓ A COLAPINTO
El equipo MP apostó por un cambio de estrategia ante el ingreso del auto de seguridad, pero salió mal y en el cierre de la carrera el ritmo del argentino se derrumbó. Kimi Antonelli brilló y ganó.
Esperar a que la suerte por sí sola permita el éxito deportivo no es buena consejera, sin dudas. Ahora bien, también es cierto que en muchas ocasiones es necesario contar con una cuotita de fortuna, como también lo es tomar las decisiones acertadas en los momentos clave. Pues bien, todo este berenjenal le jugó rotundamente en contra a Franco Colapinto en la feature race de Hungría (novena fecha) y su angustia y enfado del final, ante el micrófono de ESPN, fue el resumen cabal de un día en el que todo fue torcido para el argentino. Finalmente fue 13º y no anotó en la carrera que más puntos otorga en cada fin de semana de Fórmula 2.
De arranque, el panorama pintaba como inmejorable para el piloto que integra el programa de desarrollo de talentos de Williams. Si bien el error del viernes en clasificación lo condenó a partir 12º en ambas carreras, el insólito error del equipo Campos era un regalo casi del cielo. El team español envío tarde a la grilla a Isack Hadjar, el líder del torneo, quien debía picar tercero, pero cuando intentó ir a pista… ¡Los boxes ya estaban cerrados! Fallo casi de novicio de la escudería. Así, todos los puntos que Colapinto pudiera sumar servirían para achicar la brecha con la cima del torneo (el argentino marcha quinto).
Con el francés metido en problemas, el tema pasaba por las estrategias. La mayoría optó por salir con cubiertas blandas, para girar un puñado de vueltas e ir a boxes por el duro. El equipo MP fue por el camino inverso con el argentino: salió con las duras. En el arranque tuvo una correcta largada y quedó décimo. Se trataba de apuntar al ritmo del auto y esperar los momentos. Pero todo cambió en la octava vuelta.
El insólito (y sancionable) toque de Paul Aron a Zane Maloney obligó al ingreso del auto de seguridad. Fue como una lluvia de agua bendita para los que habían partido con las cubiertas blandas, quienes llenaron la calle de boxes para buscar el duro e ir hasta el final. Faltaban 30 vueltas. Lo extraño fue que el equipo MP llamó a Franco justamente para hacer lo inverso: le calzaron las blandas. Una estrategia arriesgada, sin dudas. Los otros pilotos que salieron con el mismo plan del argentino (Kimi Antonelli y Richard Verschoor, por ejemplo) se quedaron en pista.
Colapinto giraba 12º, tratando de cuidar las cubiertas para llegar al final y a la espera de que todos los que tenían que parar aún le cedieran algún puesto para meterse en los puntos. Pero la suerte le hizo un guiño justamente a los que debían la parada cuando Amaury Cordeel destruyó su Dallara del equipo Hitech contra un muro en la 22ª vuelta. Otra vez el auto de seguridad y ahí sí, los que habían partido con las duras fueron por blandas para el último puñado de giros.
Cuando la competencia se reanudó en la 27ª ronda, Colapinto estaba sexto. Pero su ritmo se derrumbó ante los rivales que tenían las cubiertas blandas bien fresquitas. Sacaban número para pasar al argentino: Verschoor, Kush Maini, Ritomo Miyata, Taylor Barnard, Rafael Villagómez, Roman Stanek y Pepe Martí prácticamente lo esquivaron en la pista. Franco cayó hasta el puesto 13 y se fue con las manos vacías de la feature race de Hungaroring.
El argentino se bajó muy amargado del auto. Evitó la catarsis, no buscó culpas ajenas ni se quejó de la suerte, que le fue esquiva en Budapest. Cuando fue consultado por la estrategia equivocada del equipo al hacerlo parar tan temprano, optó por una aplaudible mesura y dijo: “Salió mal, no importa cómo fue”. La amargura se mezcló con bronca, porque le objetivo del argentino es pelear por el título y en Hungría se escapó una gran chance de acortar distancia. Con Hadjar (el líder), Aron (el escolta) y Maloney (el tercero) afuera de combate, el convite era interesante. “Desaprovechar oportunidades no está bueno”, analizó y se fue, con la mente ya puesta en Spa-Francorchamps.