FERRARI Y VETTEL: UNA RELACIÓN QUE SE DESGASTA CADA VEZ MÁS RÁPIDO
No pintaba bien el año dentro de la casa Ferrari cuando antes de comenzar la temporada le comunicaron al que antaño fue su piloto estrella que no iban a contar con él tras la temporada 2020. En Maranello fueron extremadamente honestos confesando que en condiciones normales, hubieran esperado unas carreras a ver cómo era la actuación de Sebastian Vettel, que llegaba comprometida tras una retahíla de errores a lo largo de 2019.
Con la situación de coronavirus y la no celebración de carreras, la Scuderia tuvo que tomar una decisión antes de que fuesen otros quienes adelantasen sus movimientos, decidiéndose por Carlos Sainz y prescindiendo del que había sido cabeza del equipo desde 2015 sin tan siquiera presentarle una oferta de renovación.
Hacer de tripas corazón durante unos días puede ser asunto complicado, hacerlo durante toda una temporada, directamente imposible. Vettel es un piloto herido en el orgullo al que sus jefes le han dicho que ya no lo quieren, que no confían en él. Difícil papeleta que ningún piloto quiere para nadie.
Hay quién se crece en estas situaciones. Casos en los que la sed de venganza es suficiente combustible como para desatar una tempestad. Pero resulta complicado no visualizar a Vettel como un piloto en caída en los últimos años. Aceptar que un cuatro veces campeón del mundo, que además es más bien joven, no es capaz de sacar el máximo rendimiento al vehículo,no es sencillo, pero no se puede negar que en la balanza de grandes actuaciones y errores, esta segunda gana con solvencia cuanto más nos acercamos a la actualidad.
¿Y cómo comenzó la primera carrera de la temporada? Con un trompo. Acción por la que el piloto lleva siendo mofa de sus detractores desde hace meses, y que el piloto cometió cuando más miradas había puestas sobre él. Vettel entonó el mea culpa en una carrera en la que finalizó décimo de los once coches vieron meta mientras su compañero veía bandera a cuadros tras el ganador del evento.
La situación ha cambiado desde ese cercano Gran Premio de Austria. La poca esperanza que podía tener el piloto se ha desvanecido al tiempo que no logra ser competitivo mientras su compañero saca petróleo sin que él pueda entender cómo ni por qué, más allá de teorías de la conspiración y malos pensamientos que no siempre parecen una locura.
La motivación de Vettel está bajo mínimos. No es algo nuevo en Ferrari. Ya ocurría que Fernando Alonso destrozaba a Felipe Massa, e incluso a un Kimi Raikkonen, el último campeón rojo, que llegaba después de casi luchar un título con un modesto Lotus. La diferencia es que mientras Kimi lloraba arropado por la cúpula de Ferrari en un aislado paddock de China al término de una cita donde inexplicablemente Alonso había sumado un podio mientras él sufría para entrar en los puntos. Vettel llora solo.
Durante el Gran Premio 70 aniversario volvió a ocurrir la peor pesadilla de Sebastian Vettel. Un nuevo trompo. Otro más. El segundo en carrera de entre las cinco citas que la presente temporada lleva. Trompo en primera vuelta, dilapidando casi todas las opciones. El alemán logró no descolgarse y tras unas vueltas volvió a la batalla.
Entonces llegó la estrategia de Ferrari. Ese factor de Maranello que se destaca hasta la saciedad cuando acierta y se ignora por completo cuando se falla, que acostumbra a ser la gran inmensa mayoría de las veces. Ferrari decidió tirar a la basura un juego de duras por hacerle un ‘undercut’ a Sainz, a pesar de sacar al piloto en tráfico.
Pero lo que realmente molestó al piloto, fue que se había hablado de esta posibilidad, pidiendo a toda costa que se evitase. Y no se evitó. Y lo que más quemaba a Vettel fue la sensación de que estrategia se precipitó cuando estaba alcanzando a pista a Charles Leclerc, poniendo la venda antes de tiempo ante un hipotético encuentro entre los dos pilotos.
Vettel no se calló, ni durante ni después de la carrera. Más allá de su error, el piloto no estaba dispuesto a llevar sobre sus hombros toda una nefasta gestión de carrera que le dejó sin puntos. Y como cabría de esperar, en Ferrari también han contestado, culpando al piloto y explicando que su estrategia se vio comprometida por el trompo de la primera vuelta, que siendo cierto, no exculpa a los de Maranello. No es plato de buen gusto.
Queda, como poco, dos tercios de temporada por delante, y la relación entre Sebastian Vettel y Ferrari se encuentra en su peor punto, con la amenaza de ir a peor y a peor. En estos momentos, apostar que Vettel finalizará 2020 en Yas Marina sobre un vehículo rojo, es como poco, arriesgado.
Fuente: The F1