TSUNODA Y UNA ACTITUD QUE LO EXPONE EN RACING BULLS

Lo habitual es que los pilotos de Fórmula 1 sean temperamentales, engreídos, egoístas. Y también lo es que sean consentidos por sus equipos, que se dedican a gestionar las distintas situaciones según el momento. Y evidentemente, hay quien se puede permitir el lujo de echarle un pulso al equipo y quién no.

Y precisamente un piloto del equipo satélite de Red Bull, no parece ser uno de los más indicados para arremeter contra las decisiones del equipo, como vino Yuki Tsunoda durante el Gran Premio de Bahréin en una serie de decisiones que no parecen muy inteligentes

En primer lugar, hay que entender que en el equipo de Faenza hay una nueva figura de poder; Laurent Mekies, que estará deseoso tanto de mostrar quién es el que manda, como de traer novedades al equipo, queriendo dar ese aporte visible que en la mayoría de veces, no sale bien.

Porque solo así se explica la decisión que tomó Racing Bulls con él a la cabeza, y que no era otra que pedirle a Yuki Tsunoda, que estaba intentando adelantar a un Haas, que intercambiase posiciones con Daniel Ricciardo para que lo intentara él cuando, aunque lo lograse, era tarea imposible acabar en zona de puntos. Beneficio mínimo y por el camino cabreando al piloto al que le pides que intercambie posición, y al que ve que, a pesar de los mensajes, no se cambia la posición.

Pero que la decisión sea una estupidez o no, no le corresponde al piloto juzgarla y mucho menos oponerse a ella. Lo primero, es que Daniel Ricciardo montaba un juego de neumático blandos, y nadie hubiera culpa de Yuki de quedar por detrás. Lo segundo, que más vale quedar por detrás obedeciendo, que ponerte contestón por radio.

Y tercero y más importante, porque los mensajes pasivo agresivo no hablan bien de un piloto en un año en el que la matriz de la bebida energética está avaluando candidatos a ocupar el segundo asiento de Red Bull, y quién sabe si el primero, viendo todo el ruido alrededor de Red Bull.

La acción, una vez terminada la carrera, bloqueando neumáticos hasta casi impactar con un Daniel Ricciardo que no entendía nada, no hace más que aumentar la percepción negativa de su actitud y los mensajes recibidos por radio durante la carrera.

Yuki ya no es tan joven como cuando llegó a Fórmula 1, y ya no es precisamente inexperto, por lo que debería ser suficientemente maduro para saber cuándo librar las batallas y cuándo enfadarse. Y un intercambio de posiciones luchando por la decimotercera posición, no es el momento.

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